Angélica Vargas Medina

Una pequeña anécdota que me impacto fue que le daba terapia a un niño con autismo. Un día llego a la terapia y ese se paso la terapia lloroso y abrazándome y con sus manitas me tocaba mi cara y no me quitaba su mirada. Yo pensaba que tenía dolor o se sentía mal ya que el no sabía expresarse con palabras. Al finalizar la sesión de terapia y el niño se va, recibo un mensaje de su mamá donde me decía que el niño no vendría más a terapia ya que se mudarían. Pero ella no encontraba como decirlo porque el niño había progresado mucho conmigo en las terapias sin mencionar el cariño que él me tenía. Entonces comprendí el llanto, los abrazos y la mirada de mi niño.

Me dolió mucho la partida de ese niño aún lo recuerdo con mucho amor. Y hoy día continuó recibiendo fotos y mensajes de sus progresos en donde se encuentra ahora. Me llena de satisfacción porque di lo mejor de mí como terapista y recuerdo con alegría todas las veces que mamá y yo gritamos como loca cuando el niño había logrado algo nuevo. Cada niño que llega al Centro nos deja una pequeña huella que nos ayuda a crecer más como profesionales y ser mejor personas.

Angélica Vargas Medina
Angélica Vargas Medina

Asistente de Terapia Ocupacional